Un gilipollas en Uppsala

Las desventuras de un pobre hombre en una ciudad escandinava.

25 de febrero de 2006

Lugares mágicos: Kinkaku-Ji

Nunca he sido demasiado amigo de viajar. Normalmente la incomodidad del viaje y de todos los pequeños detalles que hay que resolver puede más que el disfrute de los sitios a los que voy. Además, una vez llegado al destino muchas veces encuentro que lo que quería ver no es lo que me imaginaba. He de reconocer que hay muchos sitios 'turísticos' que considero muy sobrevalorados. Sin embargo, sigo viajando porque siempre me queda la esperanza de encontrar uno de esos lugares mágicos que por alguna razón te consiguen emocionar. He encontrado pocos hasta ahora, algunos esperados y otros no, pero la verdad es que han merecido la pena.

Uno de ellos es de los que esperaba que me impresionara y que respondió a todas mis expectativas. Fue en Japón, en Kyoto, la ciudad que siempre vuelves a visitar según los japoneses. Es el Kinkaku-Ji, el Pabellón Dorado, un pequeño templo budista zen en un maravilloso jardín ornamental.


Las fotos del templo siempre tienen el aire irreal de una postal, pero no es el pabellón lo más extraordinario, sino la atmósfera del jardín, el entorno que rodea al templo al borde del lago y al que ninguna foto puede hacer justicia. Es uno de los sitios más famosos de Japón y, por ello, siempre lleno de turistas (como yo en aquella ocasión). Pese a todo, al recordarlo tengo la sensación de que estaba allí solo. No puedo imaginar la sensación de disfrutar de ese sitio realmente solo, como cuentan hizo un emperador de China en una visita al lugar. Al estar allí de repente tomó toda su profundidad el libro de Mishima, que ya había leído. En "El pabellón dorado", el autor cuenta cómo un monje budista quema el templo. La historia está basada en un hecho real y los motivos que Mishima da para el en principio inexplicable acto del monje tienen mucho que ver con una reflexión acerca de la belleza. En la famosa película de Schrader acerca de la vida de Mishima, uno de los cuatro capítulos (cuatro, número de la muerte en Japón) está basado en este libro. Por cierto, la música de Philip Glass para la película es espectacular, en esta página tenéis unas muestras.