Un gilipollas en Uppsala

Las desventuras de un pobre hombre en una ciudad escandinava.

6 de noviembre de 2005

Sombra emparedada

-¿Pero qué enfermedad es ésa? -Preguntó Max-. ¿Qué significa emparedarle a uno la sombra?
No le fue fácil a Martin hacérselo entender. Se trataba de un antiguo mal. La víctima había sido albañil y, por lo que parecía, durante la construcción de una kulla, alguno de sus compañeros, pretendiéndolo o no, había emparedado su sombra, es decir, había derramado piedras y argamasa sobre su sombra cuando ésta se proyectaba sobre el muro en construcción. Por lo general, los albañiles montañeses se guardaban del emparedamiento de su sombra como del diablo, pues era cosa sabida que, una vez emparedada la sombra, su dueño quedaba prisionero del muro; en otras palabras, moría sin remisión. [...]
Los irlandeses se miraron el uno al otro.
-¿Y si no fuera ésa la causa de su mal? -dijo Willy-. Tú mismo has dicho que no era más que una sospecha.
-¡Claro que no es más que una sospecha! -respondió Martin-. De lo contrario ni siquiera se tomarían el trabajo de llevarlo hasta la capital.
Ismaíl Kadaré en "El expediente H.", traducción de Ramón Sánchez Lizarralde.